La Hipnoterapia consiste en el uso del lenguaje de manera específica para crear el clima de aprendizaje que permite el acceso al potencial de recursos personales que tenemos en nuestro interior.
Permite que el paciente experimente una sensación de profunda relajación, mientras su atención se focaliza hacia su interior (sus emociones y sensaciones internas) y hacia las sugerencias adecuadas hechas por el terapeuta, que le ayudan a hacer cambios positivos.

Se caracteriza por inducir al paciente a una condición llamada trance, en la cual está en realidad en un estado mejorado de la conciencia, concentrándose totalmente en lo que el terapeuta le va diciendo. El trance se emplea como desinhibidor emocional, y la sugestión se utiliza para provocar cambios en los procesos cognitivos, fisiológicos, emocionales y conductuales del paciente, que se dejará influir por las sugestiones hipnóticas hasta el límite que considere oportuno. Si el paciente quiere, puede finalizar el proceso en cualquier momento. El rol del terapeuta simplemente es el de facilitador de la experiencia.
Se utiliza para aliviar el dolor crónico, el dolor agudo repetitivo, el dolor de los problemas psicosomáticos (por ejemplo, cefaleas, migrañas, fibromialgia, dolor por cáncer, etc.), para la preparación al parto y para reducir la necesidad de analgésicos.
En psicoterapia, ha mostrado ser efectiva para el tratamiento de los trastornos del estado de ánimo (entre ellos la depresión) y para los distintos trastornos de ansiedad: ataques de pánico, fobia específica y fobia social, trastorno de estrés post-traumático (TEPT), trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). etc.
Además, la hipnoterapia está especialmente indicada para reducir el estrés y superar las adicciones como el tabaquismo y el alcoholismo, los trastornos del sueño, los problemas sexuales y los trastornos de alimentación (anorexia y bulimia). Los niños suelen ser fáciles de hipnotizar y la hipnoterapia puede ayudarles con la enuresis nocturna y el asma crónica.