¿Qué es la depresión?
La depresión es uno de los problemas de salud mental más comunes en la sociedad contemporánea. La alta prevalencia de esta problemática es aún mayor si tenemos en cuenta su asociación a otros cuadros, tales como el estrés postraumático, la ansiedad crónica, o la dependencia al alcohol o a las drogas. A esto se le suman los casos de depresión aguda disparados por crisis vitales de distinto tipo (problemas de pareja, laborales, de vivienda, etc.).
La Terapia de Acción y Compromiso (ACT) es una intervención psicológica especialmente diseñada para tratar distintos trastornos englobados dentro de la llamada “Evitación Experiencial destructiva o problemática” (Hayes, Luoma, Bond, Masuda y Lillis, 2006). Se caracteriza por un patrón inflexible y rígido de comportamientos que tienen como objetivo evitar o escapar del malestar producido por pensamientos, sensaciones u otros eventos privados.
Desde esta perspectiva, la depresión no es sólo “un sentimiento”, sino una acción. Desde niños, una de las reglas que nos enseñan es que las emociones dolorosas son malas para nosotros, y que la meta es eliminarlas o controlarlas. Sin embargo, las emociones no pueden ser controladas de este modo, ya que cuando lo hacemos, ellas suelen magnificarse. Además, es claro que, si reaccionamos con una emoción dolorosa a una situación en nuestra vida, se debe a que dicha situación es importante para nosotros.
Sin embargo, al evitar estos sentimientos, nos quedamos sin una fuente importante de información que nos haría realizar cambios cruciales y necesarios en nuestra vida. Las personas depresivas han desarrollado particularmente este patrón de conductas, intercambiando sistemáticamente la vitalidad que implica vivir en el presente por una seguridad emocional que termina siendo ilusoria.
Al igual que el control de las emociones, varios estudios muestran que la supresión de pensamientos y la rumiación son dos formas de evitación experiencial particularmente importantes en el sostenimiento de la conducta depresiva (p.ej., Galera et al., 2012).
La supresión de pensamientos consiste en un intento deliberado para no pensar acerca de cuestiones negativas. Todos hemos tratado de deshacernos de algún pensamiento no deseado alguna vez. Sin embargo, esto no sólo es difícil de conseguir, sino que suele jugar un rol en el desarrollo y el mantenimiento de la psicopatología, como en el caso de la depresión.
Cuando intentamos suprimir un pensamiento negativo, muchas veces lo hacemos tratando de pensar en otra cosa. Pero al hacer esto regularmente, este distractor termina asociándose al pensamiento no deseado, volviéndose así en una señal para él. Cuantos más distractores usemos, mayor cantidad de señales potenciales se asocian al pensamiento original, y más difícil se hace su supresión.
Por su parte, la rumiación es un hábito de pensamiento repetitivo acerca de los mismos contenidos, que suelen ser oscuros o tristes. Cuando las personas estás deprimidas, los temas de la rumiación son típicamente acerca de ser inadecuadas o poco valiosas, y giran alrededor del significado, las causas y las consecuencias de sus síntomas. Este proceso es experimentado como algo que no se puede controlar, pero tiene como propósito reducir el miedo o la tristeza (típicas funciones de la evitación experiencial).
Sin embargo, paradójicamente tiende a prolongar el afecto negativo por dos razones: el proceso de pensamiento se centra sólo en los contenidos negativos, y no conduce a acciones pragmáticas. Así, todos los patrones de evitación experiencial llevan que el paciente deprimido sienta que la vida les pasa por el costado, que no son protagonistas de sus propias experiencias.

Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) para tratar la depresión
La problemática de la depresión, desde la perspectiva de ACT, no es en sí mismo el ánimo deprimido ni los pensamientos negativos, sino la función que ellos han adquirido en la historia del individuo. Esta función generalmente es la de regular la conducta, pero de una manera que resulta ineficaz y limitante. Son tres los elementos que guían la conducta del paciente deprimido: seguir reglas disfuncionales acerca de cómo manejar emociones dolorosas, vivir la vida en piloto automático y usar estrategias de evitación a corto plazo en vez de enfoques a largo plazo basados en valores.
Por esta razón, la terapia trata de ayudar al paciente a notar que su depresión es una señal de que necesita hacerse presente aquí y ahora, de que debe practicar la intencionalidad y tener una actitud curiosa y compasiva hacia sus emociones. Cuando hablamos de intencionalidad, nos referimos a que la persona se comprometa en acciones que reflejen sus propios valores y principios. De este modo, ACT, como otros modelos terapéuticos tales como el de Activación Conductual, enfatiza que la meta es incrementar el compromiso del paciente en patrones significativos de actividad, no eliminar la depresión en sí misma.
¿Cómo nos puede ayudar la técnica del Mindfulness?
Una de las maneras fundamentales en que ACT se propone alcanzar estos objetivos es mediante el uso de estrategias de Mindfulness. Mindfulness (o Atención Plena) puede definirse, de una manera amplia, como la habilidad de:
• prestar atención al momento presente, con una actitud desapegada, no prejuiciosa o valorativa;
• practicar la compasión por uno mismo y los demás; y
• conducirse con consciencia, intención y propósito en la vida cotidiana.
Las técnicas de Mindfulness funcionan muy bien para el tratamiento de la depresión porque ayuda a crear un espacio entre los pensamientos y los impulsos. Se trata de que nuestros pensamientos negativos no nos lleven a actuar de una manera contraproducente (evitación), que los pensamientos sean vistos sólo como pensamientos y no como verdades ineludibles.
Al crear un espacio entre los pensamientos y los impulsos a actuar, se nos habilita elegir enfoques de aproximación a las situaciones problemáticas en vez de acciones evitativas. Los enfoques de aproximación nos permiten comprometernos en actividades importantes para nosotros, incluso cuando son desafiantes, y esto nos lleva a vivir la vida de una manera más plena.
Por último, es de notar que las técnicas de Mindfulness no sólo ayudan a lidiar con la depresión, sino que también mejoran las destrezas de resolución de problemas, aumentan la eficiencia mental e incrementan los niveles de compasión y de sentimientos altruistas hacia uno mismo y los demás.